Agroquímicos, una amenaza para el suelo, el agua y la salud humana
Fuente: Prensa
El uso descontrolado de agroquímicos en actividades agropecuarias representa una amenaza para el suelo, el agua y sobre todo la salud humana.
De eso dan cuenta entidades como el Ministerio de Ambiente (Miambiente) y oenegés como el Centro de Incidencia Ambiental (CIAM) y la Alianza para la Conservación y el Desarrollo.
Miambiente ubicó el uso de este tipo de sustancias dentro de los 20 principales problemas ambientales del país. De hecho, en un informe detalló que los cinco principales impactos de los agroquímicos son sobre el agua, los suelos, el daño directo a la salud humana, la pérdida de la biodiversidad y la reducción y extinción de especies de la fauna.
El documento sobre los problemas ambientales detalla que el sector agropecuario de Panamá utiliza una cantidad “elevada” de plaguicidas y “moderada” de fertilizantes.
Por ejemplo, se precisa que durante el período 2015-2019 se importó en promedio 8 mil 449 toneladas de pesticidas de uso agrícola por año y en el período 2010-2020 se importaron anualmente en promedio 140 mil 166 toneladas de abono.
Dichas estadísticas reflejan que la importación de ambos tipos de agroquímicos registra una tendencia creciente. Por ejemplo, en 2015 se importó 6 mil 506 toneladas de pesticidas, mientras que en 2019 fueron 8 mil 517 toneladas.
En cuanto a los abonos, en 2010 se introdujo unas 100 mil toneladas, pero en 2020 se llegó a las 200 mil, es decir el doble.
Los consumidores
Chiriquí es la provincia que utiliza la mayor cantidad de herbicida importada, seguida de Veraguas, Coclé y Los Santos, en ese orden. En tanto, Bocas del Toro emplea la mayor cantidad de fungicidas debido a que es una zona productora de banano, que es afectada por la enfermedad denominada sigatoka negra.
Para el biólogo del CIAM, Isaías Ramos, el trabajo directo con los agricultores para un cambio en los mecanismos de producción es algo que se ha dejado de lado por décadas por parte de los gobiernos, algo que es evidente en el manejo agropecuario, en especial de los pequeños y medianos productores.
“Las actividades asociadas al tema agropecuario se han estancado en prácticas desactualizadas y ponen poca relevancia en el tema del uso de los insumos saludables, mantenimiento y calidad de suelo, el uso y calidad de las aguas y los impactos del cambio climático, como una realidad en la que hay que vivir”, puntualizó.
El impacto
Susana Serracín, parte de la Alianza para la Conservación y el Desarrollo, subrayó que productos como endosulfán, que está prohibido en 115 países, la atrazina y otros, son utilizados con mucha regularidad en el país, ignorando los impactos y repercusiones ambientales.
Recordó que este tipo de sustancias está acabando con insectos como las abejas, que son polinizadoras, dañan los suelos, el aire y el agua. “Por otro lado, no tenemos estudios certeros de las consecuencias de la toxicidad acumulada en humanos, es decir, estamos desprotegidos, pues no conocemos lo que estamos consumiendo”, acotó.
A juicio de la ambientalista, se requiere que los ministerios de Desarrollo Agropecuario, de Salud y de Ambiente, junto a todas las instituciones con competencia en la materia, hagan su trabajo y no estén “mirando hacia el otro lado”.
Es importante señalar que está ampliamente demostrado que esos agroquímicos tienen acción teratogénica, es decir que causa defectos congénitos y también infertilidad, entre otros daños.
“Basta y sobra visitar el área de las bananeras, donde hay muchas personas que hoy están enfermas por manipular y estar en contacto con estos agroquímicos”, concluyó. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), Centroamérica es la región del mundo con más alto consumo per cápita de plaguicidas, que se calcula en 2 kilogramos por persona.