‘El Día de la Tierra no deja espacio al optimismo’, según investigador Jorge Lobo
Tomado de EFE Verde
Este jueves se celebra en todo el mundo el Día de la Tierra, una fecha que hunde sus raíces en la década de los 70, cuando la conciencia ambiental era una cuestión marginal en prácticamente todo el planeta, y entre la sociedad comenzaba a germinar la urgente necesidad de poner sobre la mesa los temas medioambientales.
En aquellos tiempos, “celebrar este día tenía su significado, en la actualidad no tanto”, explica Lobo en una entrevista con Efe, para quien la situación es ahora más grave: el ser humano necesita cambiar su manera de ser para transformar el destino del planeta, algo estrechamente relacionado con la economía y la rentabilidad.
Este 2021, segundo año consecutivo marcado por la pandemia, Jorge Lobo -investigador del departamento de Biogeografía y Cambio Global del Museo Nacional de Ciencias Naturales- precisa que “el planeta se ha dado de bruces con el coronavirus”, aunque, a su juicio, desde hacía mucho tiempo existían suficientes planteamientos científicos para adivinar, que “tarde o temprano, esta situación ocurriría”.
“El tren nos atropella casi siempre, no tenemos una capacidad de actuación anticipada, y al igual que con la covid-19, el tren también nos está atropellando en múltiples problemáticas relacionadas con el medio ambiente y lo social”, precisa Lobo.
Problemas de Medio Ambiente
El experto recuerda que aunque el cambio climático abandera los problemas medioambientales existen otras cuestiones de gran relevancia como, por ejemplo, las emisiones de CO2 a la atmósfera o la contaminación a las que no se puede dejar atrás.
En este punto, señala que el problema de la contaminación es tan agudo, que alcanza ya los fondos marinos, una situación, que asegura, nadie hubiera podido imaginar décadas atrás.
Tampoco olvida el gran problema que para el medio ambiente suponen las emisiones de gases de efecto invernadero, y lamenta que la humanidad ha emitido a la atmósfera “tanto CO2 en las últimas décadas, que hemos sido capaces de cambiar el clima del planeta”.
A su juicio, la humanidad afronta “una situación sin rumbo”, por lo que incide en la necesidad de adoptar ya, decisiones “mucho más drásticas”, aunque también es consciente de la dificultad para adoptarlas: “cambiar el sistema económico de este planeta es más difícil que cualquier otra cosa”.
En este punto, el experto argumenta, que la crisis climática, el hambre, las guerras (…) son las consecuencias de un problema económico, que a su vez es consecuencia también de la oferta y la demanda de los productos necesarios para mantener un desarrollo constante.
A su juicio, uno de los grandes problemas es el manejo de los ecosistemas vivos como “explotaciones ganaderas, con la finalidad de exprimir todo su jugo”, denuncia el investigador, para incidir de nuevo, en que mientras “el humano no cambie su manera de ser, no cambiará el destino del planeta”.
Es un problema de economía y de rentabilidad y, a lo mejor, lo que se debería hacer es parar este crecimiento descontrolado, y “no permitir el abuso desmesurado del crecimiento económico sin llegar a ningún lado”, concluye Lobo.