El entreguismo de las élites y la racionalidad capitalista

“Hoy, […], ya viene en camino la que indica será una entrega de mayor impacto aún que la de Panama Ports: la de la destructiva minería metálica a cielo abierto, de capitales canadienses”

Artìculo de opinión publicado en La Estrella de Panamá

Por: Roberto Antonio Pinnock Rodríguez

Cuando se trata de comprender la actitud entreguista de las élites que han ostentado el control del Estado, se hace necesario incorporar el factor explicativo que representa la lógica con la cual opera la sociedad capitalista moderna. Esta, condiciona las actitudes de los hombres y mujeres, a raíz de los principios y valores que la orientan. En Ciencia Social, esto es equivalente a hablar del “cálculo del interés inmediato”, a partir del cual se suscitan las conductas de quienes están apropiados de tales principios y valores (Franz Hinkelammert, Dialéctica del desarrollo desigual, 1983).

Se trata de una ética en la cual lo que prima para determinar las conductas humanas es el cálculo que se hace buscando alcanzar una ganancia pecuniaria o material, en la que, por lo común, solo salen beneficiados unos cuantos, a costa del costo para muchos. En la actitud entreguista de nuestra soberanía a potencias extranjeras, es este “cálculo del interés inmediato”, de corte individualista, el que sustenta tal comportamiento de las élites que han ejercido la tutela política de la república que crearon en 1903, al igual que sus hijos y nietos que les han emulado hasta hoy.

Cuando el Tratado Herrán-Hay fue negado por los colombianos, los potentados istmeños, no negaban la potestad colombiana sobre Panamá, mientras les permitieran adquirir y ampliar sus dominios territoriales y comerciales. Al dirigirse a las autoridades de esta hermana República, lo hacían señalando que dicho tratado -propuesta en firme de EUA para construir el Canal de Panamá- le convendría no solo a nuestro istmo, sino a todo el Estado colombiano del que, según ellos, éramos parte. Una vez rechazado por los colombianos, por arte de magia les picó el mosquito de la independencia. Pero ¿en qué consistía aquí su cálculo de intereses inmediatos que los hacía pasarse de un país dominador a otro, de un poder capitalista a otro? Tratemos de ilustrarlo.

El conservador Ricardo Arias -representativo de los potentados de nuestro istmo a inicios del siglo XX-, en carta que le envió al senador Pérez y Soto, criticándole su posición de rechazo al tratado de marras, le señaló: “… tú no tienes propiedades de mayor cuantía aquí ni prole alguna a quien le incumba la futura suerte del Istmo; yo sí poseo extensas propiedades (…). De allí nuestra manera diferente de ver las cosas” (La Estrella de Panamá, junio 1 de 1903. Citado en: Araúz, 2009).

El reconocimiento de que éramos parte íntegra de Colombia y, además, de que esta debería permitir que la mano poderosa del imperio norteamericano liderizara la obra de construcción canalera, se dejaba entrever cuando espetó en su carta pública que: “… la ventaja de poseer dentro de su territorio bajo su soberanía (…) garantizada por mano poderosísima (…) es que podría reivindicar sus extensos territorios de oriente que eran la esperanza de su futuro engrandecimiento” (Op. Cit.).

Los “prohombres de la patria” veían la construcción del canal por el istmo como la panacea para acrecentar sus riquezas. Si esto se lo negaban unos amos, entonces a cambiarse de amos… y así lo hicieron. Esto ha sido el comportamiento de las élites a través del último siglo y más.

Cuando el presidente Varela y los grupos del poder económico que representaba vieron que la panacea del intercambio comercial mundial estaba siendo poco prometedora por parte de los EUA, rápidamente dieron un giro comercial hacia la República Popular China, solo que el imperio norteamericano se los ha dificultado. Ni hablar de Martinelli y su grupo con sectores de poder israelitas, hispanos y latinos.

Hoy, además de las riquezas portuarias entregadas, ya viene en camino la que indica será una entrega de mayor impacto aún que la de Panama Ports: la de la destructiva minería metálica a cielo abierto, de capitales canadienses. Nada que envidiarle al contrato leonino firmado por el Gobierno de José de Obaldía en 1908, con el cual grupos norteamericanos se hacían concesionarios de miles y miles de hectáreas en Bocas del Toro, Chiriquí y norte de Veraguas, en parte de donde hoy existe la comarca Ngäbe-Buglé.

Así, el cálculo del interés inmediato, expresión de la racionalidad capitalista, ha marcado la pauta de los comportamientos entreguistas y ese es el carácter de la república fundada por estas élites, hasta hoy. Por consiguiente, no hay otra opción digna: ¡a refundar la República!

Sociólogo y docente de la UP.

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