Filomena es cambio climático
Fuente: La Marea
Más allá de las nevadas que han asolado parte de la Península ibérica y de los pronósticos meteorológicos, que no solo se han cumplido, sino que se han superado con creces, hay que averiguar qué relación tiene la borrasca Filomena con el cambio climático
Si bien no se puede afirmar que Filomena sea una consecuencia de la crisis climática, sí está comprobado que cuando las temperaturas medias varían (en este caso, aumentan), los eventos excepcionales también lo hacen y no hay que despistarse: estas nevadas no deben hacer olvidar que el 2020 fue el año más cálido jamás registrado, según los últimos datos del Servicio de Cambio Climático Copernicus (C3S).
Sergi González, meteorólogo e investigador, explica que borrascas como Filomena afectan habitualmente a Europa. “Hay varios grupos de borrascas en Europa, y se les pone el nombre según el impacto que tienen, siguiendo el orden alfabético, como ocurre con los huracanes. Esta es la sexta borrasca de la temporada que afecta a España, Portugal y Francia, y nos ha traído temperaturas muy bajas, ya que trae consigo un aire muy frío”.
Filomena también es cambio climático
A veces hablamos de ola de frío sin serlo. “En muchas ocasiones hay tendencia a exagerar sobre el tema. En invierno es normal que haga frío y no podemos hablar de ola de frío, cuando las temperaturas, aun siendo bajas o incluso muy bajas, sean relativamente habituales en el periodo invernal”, se puede leer el informe del Servicio de Banco Nacional de Datos Climatológicos. Sin embargo, ahora sí estamos ante una ola de frío.
La AEMET define ola de frío como “un episodio de, al menos tres días consecutivos, en que como mínimo el 10% de las estaciones consideradas registran mínimas por debajo del percentil del 5% de su serie de temperaturas mínimas diarias de los meses de enero y febrero del periodo 1971-2000”. No obstante, “que haya un episodio de frío no quita que estemos ante unas temperaturas más cálidas, en términos generales.
Que el cambio climático alimenta los fenómenos meteorológicos extremos, tanto fríos como cálidos, es una realidad. De hecho, llevamos una década de inviernos muy suaves, consecuencia del calentamiento global y de la subida generalizada de las temperaturas. «La ola de frío actual es parte de la variabilidad dentro del calentamiento global”, añade este meteorólogo.
González asegura que Filomena se puede considerar un fenómeno meteorológico extremo, ya que la cantidad de nieve que ha traído a la península es poco habitual. “Algo que colapsa la sociedad de esta manera se puede considerar fenómeno meteorológico extremo”.
También Oriol Rodríguez, físico, metereólogo y estudiante de doctorado en la Universidad de Barcelona, asegura que el calentamiento global implica unos cambios en la temperatura que resultan evidentes. “Cada año batimos el récord de año cálido desde que hay registros. Ahora bien, decir que esta borrasca es consecuencia del cambio climático es demasiado atrevido. De hecho, no es la primera vez que vemos nevadas como esta en la historia, sino que se suceden de manera periódica, pero con distancia de décadas entre ellas. Si estas borrascas fuesen más frecuentes de lo habitual, sí que se podría hablar de consecuencia de cambio climático”.
Sobre la periodicidad también habla Sergi González, que asegura que la gente acostumbra a tener poca memoria meteorológica. “Cada cosa que pasa nos resulta excepcional y no solemos recordar los episodios anteriores. No es la primera vez que hace este frío en la península, y eso esto era muy habitual en los años sesenta. En febrero de 2012 también hizo mucho frío; pero eso no quita que la tendencia sea la de ir teniendo años más cálidos”.
Mar Gómez se reafirma en que el cambio climático hace que los eventos extremos se acentúen:
“La tendencia es que con un aumento de temperatura es más difícil en general que nieve, pero a la vez el aumento de temperatura hace que la corriente en chorro, según algunos estudios corrientes de aire que tenemos en capas más altas de la atmósfera y que separan el aire frío del polo del cálido del subtrópico en nuestro caso) se ondulen más. Cómo se comporte esa corriente condiciona la meteorología y todo lo que ella implica (inundaciones, sequías, olas de calor, períodos fríos, rendimiento de cultivos, aumento del nivel del mar …) en muchos países».
«La teoría más aceptada que relaciona las variaciones de la corriente en chorro y el cambio climático es una en la que el aumento térmico, especialmente en el Ártico en comparación con los trópicos, está haciendo que dicha corriente se desacelere y se vuelva más ondulada. Eso implica que podemos tener incursiones de aire frío más severas en invierno, pero también olas de calor más intensas y prolongadas durante el verano«, aclara Mar Gómez.
«Es decir, al ondularse más pueden propiciar entradas puntuales muy frías. Otras teorías basadas en cálculos de Modelos de Circulación Global (GCM) apuntan en la dirección opuesta. La conocidaMet Office británica predice que el cambio climático hará que la corriente en chorro no solo se fortalezca, sino que también se desplace lentamente hacia los polos. Si esto sucediera, el clima en gran parte de Europa, incluidos los países del norte, sería más suave y húmedo durante los meses de invierno. Sin embargo, los veranos podrían estar marcados por condiciones meteorológicas más secas y cálidas en algunos países”.
Los meteorólogos ya han advertido que Filomena no termina aquí y para la semana que viene se esperan temperaturas incluso más gélidas que las que tenemos ahora. “El problema será cuando, a principios de semana, toda esta nieve se congele”, asegura González.