‘Atiza Esperanza’ construye estufas ecológicas en hogares rurales

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Una solución práctica para problemas ambientales de las comunidades, que además aporta calidad de vida 

En el Panamá moderno, acceder a alimentos puede ser tan sencillo como hacer un clic en una App para solicitar el ‘delivery’, o prepararlos en casa con las rápidas estufas. Pero en el Panamá rural este tema es muy diferente, con miles de hogares que siguen dependiendo de la leña y del fogón tradicional de tres piedras.

Por supuesto que cocinar en fogón implica una serie de riesgos para la salud de la familia, así como daños al ambiente.

Es un problema ancestral y tangible. Pero ya hay una propuesta de solución que es más reciente, más colaborativa y más esperanzadora.

Se trata del proyecto ‘Atiza Esperanza’, cuyo nombre evoca la acción de ‘atizar’ el fogón, de poner leña y avivar el fuego, como acostumbran a hacer nuestros campesinos.

‘Atiza Esperanza’ es una idea que surgió en pandemia, y que recientemente echó a andar como una realidad que promete dignificar la vida de 5,000 familias rurales, sustituyendo su fogón tradicional por una estufa ecológica.

Son estufas artesanales, de ladrillo, pero el concepto es toda una revolución tecnológica, una solución palpable a problemas caseros y comunitarios.

La primera beneficiaria

Esta solución llegó hasta la casa de la señora Ruth Domínguez, quien vive en El Progreso de Cáceres, en Arraiján cabecera, provincia de Panamá Oeste.

Ruth estaba visiblemente emocionada cuando en un solo día vio finalizada su nueva estufa, perfectamente ergonómica, adaptada a su estatura y con un diseño elegante que contrastaba con su antiguo fogón ya ennegrecido por el carbón.

Desde la perspectiva del centralismo urbano, una estufa rústica de ladrillo tal vez no parezca algo tan importante, pero para Ruth Domínguez y otras miles de amas de casa que viven en zonas rurales, en las comarcas, o áreas de difícil acceso, ‘ver una de estas estufas en casa es como tener un rolls royce’, dice en tono jocoso Jorge Escudé, jefe de Cultura Ambiental de la regional del Ministerio de Ambiente (MiAmbiente) en Panamá Oeste.

El funcionario explicó que por más de una década se han hecho estas estufas, con nombres y diseños diferentes (antes llevaban chimeneas). Pero destacó que ahora se trata de un ambicioso proyecto que se ha propuesto hacer miles de estufas ecológicas de diseños ajustables a las necesidades, ya sea de una familia, de una escuela o casa comunal.

Solo en Panamá Oeste, algunas de las comunidades beneficiadas son: El Lirio, Ciricito Arriba, Las Gaitas, Ciri Grande, Playa Chiquita, El Cacao, Aguacate Arriba, Sajalices de Chame y El Higo de San Carlos, pero el proyecto es a nivel nacional.

Impacto Ecológico

‘Atiza Esperanza’ es un programa de la Dirección Nacional de Cultura Ambiental del Ministerio de Ambiente, que va más allá de simplemente mejorar una cocina, y agrega el componente de educación ambiental comunitaria.

¿Por qué se usan todavía fogones de tres piedras? De partida porque no hay acceso a comprar o trasladar el tanque de gas familiar (cilindro de 25 libras).

Pero también hay un arraigo cultural que está afectando al ambiente y poniendo en riesgo la salud familiar, principalmente de niños y mujeres, los más expuestos a quemaduras o inhalación de humo.

Un estudio de Masera (2007) encontró que cocinar con fogones tradicionales produce distintos niveles de emisiones de gases contaminantes, así como la emisión de monóxido de carbono y partículas al ambiente en interiores.

Según datos del Plan Integral de Cambio Climático (PICC), el consumo de leña de 470 familias rurales es de aproximadamente 2.767,21 toneladas de leña anuales, que son responsables de la emisión de 2.933 toneladas equivalentes de CO2.

Pero la llegada de las estufas ecológicas introduce cambios positivos en el consumo de combustible, con la casi nula exposición al humo de interiores, menor tiempo de cocinado y de estancia en la cocina.

Otra gran noticia es que gastan hasta 70% menos de leña. Esto significa menos deforestación y mejor calidad de vida.

‘Al usar menos leña hay menos consumo de combustible. Pero el programa también busca que los beneficiarios tengan cerca sus propios bancos de biomasa (madera para leña)’, detalla Jorge Escudé.

Mano a mano

Y en sentido figurado, no se trata de llevar pescado a las casas, sino de enseñar a pescar. Las personas son capacitadas por MiAmbiente de forma teórica, pero después también reciben acompañamiento en la práctica… y cada familia construye su propia estufa. ‘Es decir, usamos las estufas ecológicas como ‘mediador’ para promover los temas ambientales, con el fin de que los beneficiarios puedan constituirse en organizaciones de base comunitaria’, concluye Jorge Escudé.

Una estufa ecológica tiene un costo aproximado de $250 a $300, pero su valor en calidad de vida para cocineras dedicadas como Ruth Domínguez no puede ser cuantificado. Una idea puesta en marcha desde MiAmbiente, pero con la activa colaboración de voluntarios comunitarios, que demuestra que mano a mano es posible construir un mejor país, con soluciones para los problemas ambientales.

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