La ruta de la producción agrícola en Panamá y su impacto ambiental

Foto: La Estrella. La producción agrícola depende de entender la relación del agua con el suelo y con las plantas. Panamá ha hecho énfasis en sus políticas de mitigación del cambio climático, pero debe incrementar la adaptación en el sector agrícola para lograr su desarrollo en consecución de la agenda 2030.

Fuente: La Estrella de Panamá

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el documento perfil de país, señala que Panamá ha tenido fluctuaciones del aporte de la actividad agrícola al producto interno bruto (PIB) y que la contribución de la actividad agrícola al PIB ha fluctuado desde 9% del total de la economía en 1991, al 8% en 2001 y 4% en 2011.

Un dato interesante es que la FAO indica que la población total económicamente activa en la agricultura está alrededor del 14% de la población total económicamente activa, y que de ese porcentaje solo el 3% son mujeres.

La FAO reporta que la cantidad de productos exportados representó en ese año, el 37% del total producido en el país y, enfatiza que, de forma individual, los productos cuya importación superó la exportación fueron las raíces y tubérculos, las leguminosas, la palma africana, hortalizas, huevos, y aceites y grasas.

Además, expresa en el documento que Panamá ha firmado varios tratados de libre comercio (TLC) bilaterales que incluyen aspectos agroalimentarios en los contingentes arancelarios negociados, incluyendo: (i) el TLC Centroamérica-Panamá (2003); (ii) el TLC Panamá-Taiwán (2003); (iii) el TLC Panamá-Canadá (2010); (iv) el TLC Panamá-Chile (2008); (v) el acuerdo comercial Panamá-México (1986) y (vi) el acuerdo comercial entre Panamá y Colombia (1995).

En la primera entrega de Huella Verde hablamos del agua y la definimos como un líquido que irriga el planeta. No obstante, el agua es importante no solo para la vida humana, sino para animales y plantas.

En la publicación ‘Conceptos básicos de las relaciones agua, suelo y planta’, los autores Angella, Frías y Salgado definen el agua como el principal constituyente de los seres vivos, entre los que se encuentran las plantas, ocupando entre el 75% y 90% del tejido vegetal, según la especie. Señalan que el agua es indispensable para llevar adelante procesos vitales como la fotosíntesis, hidrólisis de sustancias, regulación de la turgencia, transporte de nutrientes y sustancias hormonales, regulación de la temperatura a través de la transpiración en los seres vivos, entre otros.

Las plantas son organismos vivos que crecen sin poder moverse, suelen estar fijados al suelo y se nutren de las sales minerales y del anhídrido carbónico que absorbe por las raíces o por los poros de las hojas y, por ello es necesario comprender las relaciones entre el suelo, las plantas y la atmósfera como un sistema, donde el componente que participa en la interacción es principalmente el agua.

Los autores Angella, Frías y Salgado explican que, desde el punto de vista agrícola, el suelo es un sistema complejo, dinámico y vivo, formado por una capa superficial, delgada, de la cual depende el crecimiento de las plantas y la producción de alimentos, fibras, forrajes, madera y otros. Las propiedades del suelo se pueden mantener, empeorar o mejorar en función de variados procesos físicos, químicos y biológicos dado que el suelo cumple distintas funciones, entre las cuales se pueden mencionar, que es medio de anclaje para las raíces; por su capacidad de retener la humedad y dejarla disponible para ser absorbida se comporta como “depósito” de agua para las plantas; es fuente de nutrientes principales; suministra oxígeno a las raíces y; proporciona la temperatura adecuada para la germinación de las semillas y el crecimiento de las raíces.

Los autores Marcelo Assan y Stella Gorosito plantean en una investigación que en la producción agrícola tradicional, el suelo constituye el almacén del agua que aprovecha el cultivo y, por eso, es imprescindible conocer las propiedades del suelo que definen su capacidad de almacenaje, como así también las fuerzas que operan en el sistema agua- suelo, que gobiernan el movimiento del agua en él y cómo toman las plantas el recurso.

El agua en Panamá y la crisis del agro

En la historia de Panamá el agua, como recurso natural, jugó un papel de primer orden desde el más temprano periodo de los pobladores del istmo, siendo dominante para entonces el orden natural en el sistema socioambiental debido al escaso nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, acota Manuel Zárate, consultor ambiental, en el foro ‘Agua y sostenibilidad en el agro’.

Zárate considera un gran desafío administrar “nuestras aguas” con el fin de respaldar la vida no solamente humana, sino también aquella de las múltiples esferas del sistema que nos sostiene porque en esta administración se encuentra la gestión de la producción agrícola que garantizará el ciclo de productos que nacen y crecen en la tierra.

El aumento de la temperatura media anual y la disminución de la precipitación que se prevé para el año 2030, debido a efectos del cambio climático, tendrán impactos significativos en la agricultura de todo el país. Esto lo detallan algunos especialistas en la publicación ‘La agricultura de Panamá y el cambio climático: ¿Dónde están las prioridades para la adaptación?’ del Programa de Investigación de Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria.

Estos autores consideran que es importante para una agricultura sostenible innovar en los sistemas de producción, mejorando el uso de sistemas agroforestales que optimicen la calidad de suelo, la retención del agua, es decir que las tecnologías estén basadas en el conocimiento de la relación del suelo, la planta y el agua.

Uno de los resultados indirectos es que al invertir en la estabilidad de los cultivos nos estamos adaptando al cambio climático y, por ende, estamos contribuyendo a la consecución de la agenda 2030.

Oportunidades

Las mejoras que se producen al utilizar en el agro conocimiento basado en evidencias científicas, traen como consecuencia las adaptaciones de cultivos de acuerdo con necesidades específicas de cantidad de agua y con su necesidad identificada de nutrientes del suelo, garantizan la sostenibilidad de las exportaciones agrícolas y la seguridad alimentaria en el país.

Las poblaciones rurales poseen una capacidad de adaptación a estos cambios, tanto si representan una pérdida o una ganancia, porque es en ellas donde se encuentra el recurso agua, suelo y plantas. Innovar dentro de ellas es una oportunidad extraordinaria de mantener ecosistemas saludables.

Desafíos

Panamá ha hecho un fuerte énfasis en sus políticas de mitigación del cambio climático, no obstante, es imperante que incremente la adaptación en el sector agrícola para lograr su desarrollo en consecución de la agenda 2030.

Alcanzar la agenda 2030 da oportunidades de sinergia entre las agendas de mitigación y adaptación para la conservación y restauración de servicios ecosistémicos relevantes para la población y la producción agrícola.

La autora es investigadora científica en recursos hídricos e ingeniera civil. También es doctora en ingeniería agrícola con mención en recursos hídricos en la agricultura (Chile).

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