Los científicos urgen recuperar una naturaleza salvaje para mitigar la crisis climática
Tomado de La Vanguardia
Restaurar los ecosistemas dañados por la sobreexplotación humana puede ser una de las maneras más efectivas y baratas para combatir el cambio climático mientras permitiría a la vez dar un gran impulso a las poblaciones de las especies de la vida salvaje.
Si un tercio de las áreas del planeta más degradadas fueran restauradas y esta protección se extendiera a áreas que aún están en buenas condiciones, se podría almacenar el equivalente a la mitad del carbono generado por las emisiones de gases invernadero causadas por el hombre desde la revolución industrial. Estos cambios evitarían el 70% de las extinciones de especies, según una investigación publicado en Nature.
Volver a su estado natural bosques, pastos, matorrales, zonas húmedas y ecosistemas áridos específicos, que fueron en gran parte reemplazados por tierras de cultivo, permitiría absorber 465.000 millones de toneladas de dióxido de carbono y salvaría la mayoría de las especies con base terrestre de mamíferos, anfibios y aves en peligro de extinción.
Así lo revela un informe realizado por 27 investigadores de 12 países en los que ha participado el Institut de Ciència i Tecnología Ambientals de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB).
Doble solución
Concretamente, proteger el 30% de las áreas prioritarias identificadas en el estudio, junto con la protección de ecosistemas que aún conservan su estado natural, reduciría emisiones de carbono equivalentes al 49% de todo el carbono acumulado en nuestra atmósfera en los últimos dos siglos. “La restauración de ecosistemas a gran escala es fundamental para hacer frente a la actual crisis climática y mitigar las pérdidas de biodiversidad y de importantes funciones de los ecosistemas. Hemos demostrado que la restauración puede ocurrir de manera mucho más efectiva cuando se basa en una planificación espacial inteligente, pues así se maximiza los beneficios para la biodiversidad y el secuestro de carbono, y minimiza los costes “, indica André Junqueira, investigador del ICTA-UAB que ha colaborado en el estudio, publicado hoy en Nature.
El estudio señala qué ecosistemas mundiales destruidos deberían ser restaurados prioritariamente con el fin de lograr mejoras más profundas y con menos coste de cara a alcanzar las metas sobre biodiversidad, clima y seguridad alimentaria.
Según el estudio Global priority areas for ecosystem restoration, la restauración puede ser 13 veces más efectiva cuando tiene lugar en determinadas ubicaciones de más prioridad.
El estudio -sin precedentes- aborda tanto los beneficios potenciales de restaurar tanto los bosques como los ecosistemas no boscosos en una escala global.
Los objetivos de la ONU
El trabajo se basa en las urgentes advertencias de la ONU que indican que estamos en camino de perder un millón de especies en las próximas décadas y que el mundo en su mayor parte ha fracasado en su esfuerzo de alcanzar en el llegar 2020 las metas de biodiversidad establecidas globalmente, incluido el objetivo de restaurar el 15% de los ecosistemas en el mundo.
Las naciones están redoblando sus esfuerzos para prevenir las extinciones masivas a las puertas de la Conferencia sobre Diversidad Biológica en Kunming, China, en 2021, cuando se espera que se firme un tratado internacional para proteger la naturaleza.
El informe aporta información para la discusión en torno a la restauración y ofrece reflexiones sobre hasta qué punto “resucitar” los ecosistemas puede contribuir a afrontar muchas metas.
Usando una plataforma sofisticada de optimización de múltiples criterios llamada PLANGEA -un enfoque matemático que encuentra soluciones precisas para abordar muchos problemas- y tecnologías de mapeo, los investigadores evaluaron 2.870 millones de hectáreas de ecosistemas en todo el mundo que han sido convertidas a tierras de cultivo.
De estos, el 54% eran originalmente bosques; el 25%, pastos; el 14%, matorrales; el 4%, tierras áridas; y el 2%, humedales.
A continuación, evaluaron estas tierras a partir de tres factores u objetivos -hábitats de animales, almacenamiento de carbono y efectividad de costes- para ver qué porciones de tierras en el mundo -el 5%, 15% o el 30%– comportarían los mayores beneficios para la biodiversidad y el almacenamiento del carbono al menor coste, al ser restauradas.
Asimismo, los investigadores también pudieron identificar una solución global -no limitada por fronteras nacionales- que ofrecería un 91% de beneficio potencial para la biodiversidad y un 82% del beneficio de mitigación climática, y reduciría los costes en un 27% al concentrarse en áreas de bajos costes en la aplicación y con mejores oportunidades.
Cuando los investigadores evaluaron los beneficios en el caso de que la restauración se llevara a cabo a nivel nacional -lo que significa que cada país restauraría el 15% de sus bosques-, detectaron una reducción del 28% en los beneficios en biodiversidad y de la 29% en los beneficios climáticos así como un aumento del 52% en los costes.
«Estos resultados resaltan lo importante la cooperación internacional en el logro de estas metas. Es necesario que los distintos países ejerzan roles diferentes y complementarios para alcanzar los objetivos globales generales de biodiversidad y clima”, destaca Bernardo B. N. Strassburg, autor principal del informe.
No sacrificar tierras agrícolas clave
En respuesta a los miedos sobre que la restauración invada la tierra necesaria para la producción agrícola, los investigadores calcularon cuantos ecosistemas podrían revivir sin cortar el suministro de alimentos. Encontraron que el 55% (1.578 millones de hectáreas) de los ecosistemas convertidos en tierras de cultivo se podrían restaurar sin perjudicar la producción alimentaria. Esto podría lograrse a través de la intensificación perdurable y bien planeada de la producción alimentaria, junto con una reducción del desperdicio de alimentos y la sustitución de alimentos, como la carne y el queso, que requieren grandes cantidades de tierra y, por tanto, producen desproporcionadas emisiones de gases de efecto invernadero.
“Nuestros resultados brindan información crucial para la toma de decisiones, indicando dónde se pueden restaurar los ecosistemas forestales y no forestales de la manera más eficiente y asequible y fomentando la consecución de los objetivos de restauración nacionales e internacionales”, indica Junqueira. El estudio ofrece evidencia convincente de que la restauración, cuando está bien coordinada y se realiza en coordinacón con la protección de ecosistemas intactos y un mejor uso de las tierras agrícolas, es una solución imbatible.
Planeamiento conjunto
“Nuestros resultados brindan sólida evidencia de los beneficios de realizar conjuntamente el planeamiento y la implementación de soluciones climáticas y de biodiversidad, lo que es particularmente oportuno en vista de las cruciales reuniones planeadas por 2021 de las convenciones de la ONU sobre clima, biodiversidad y degradación de la tierra”, dice Strassburg.
“Si bien nuestro estudio proporciona una herramienta poderosa para la planificación espacial de la restauración a gran escala, la implementación real de la restauración sobre el terreno debe tener en cuenta otras consideraciones importantes, como las demandas de las comunidades locales y de otras partes interesadas. Sin embargo, nuestro trabajo muestra caminos prometedores para alinear y maximizar los beneficios ecológicos y socioeconómicos de la restauración”, añade André Junqueira.
También aporta información valiosa y elementos de debate sobre la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UIC, el Congreso Mundial de la Naturaleza de la UICN el próximo año y en la 15ª Conferencia de las partes del Convenio de Biodiversidad.