Una nueva rana, una gran responsabilidad
Fuente: La Prensa
Aquella expedición de 2012 comenzó como muchas otras. En el equipaje, lo necesario para la travesía, algunos lugareños, acompañándolos, y delante de ellos, un largo camino hacia la cima del Cerro Chucantí, en la provincia de Darién.
Los biólogos Abel Batista (Panamá) y Konrad Mebert (Suiza) ya habían estado en la selva darienita antes y sabían de los peligros mortales que en aquellas inaccesibles montañas esperan. Entre ellos, las guerrillas, o pasar días de sed, teniendo que buscar agua en plantas como las lianas, para sobrevivir.
Pero también son conscientes de las maravillas que aquel lugar guarda. Y una noche, durante su expedición, con el bosque a oscuras, cubierto por nubes, entre las hojas de una bromelia descubrieron uno de aquellos tesoros, en forma de anfibio.
Características ‘Pristimantis gretathunbergae’
Coloración ventral blanca o crema
Color rojo o amarillo en la ingle
Ojos negros, inusualmente prominentes.
Un labio superior claro contrastante con el color dorsal.
Comúnmente un solo tubérculo cónico en forma de espina en el párpado superior.
Una cabeza grande en relación al cuerpo.
Los machos miden entre 26.9 y 36.7 milímetros, y las hembras entre 38.2 y 45.0 milímetros.
“Vimos una rana grande de labios amarillos y ojos negros. Inmediatamente, tuvimos la pista de que podría representar una especie diferente a las encontradas en Panamá hasta ese momento”, recuerda Batista, quien es becario doctoral de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt).
Pero ese primer encuentro fue apenas el inicio de otro largo camino, tanto para los biólogos, como para la rana y la sociedad. Le siguieron diversos estudios que describen a esta especie como un anfibio nocturno muy dócil, carente de veneno, que siempre está posado sobre ramas, hojas o entre bromelias, y cuya alimentación está basada en mosquitos, escarabajos, cucarachas, entre otros insectos.
Finalmente, este 2022 la rana fue presentada al mundo bajo el nombre de Pristimantis gretathunbergae sp. nov., en honor a la joven activista ambiental sueca Greta Thunberg. Ahora, con un rostro y un nombre, el camino de la rana está lleno de luces y sombras con el único deseo de sobrevivir.
“Hallazgos como este son vitales para dar a conocer las especies que aún nos quedan, y nos enseña a valorar este componente que cada día se agota. No podemos perder la batalla”, comenta Batista, quien también es docente e investigador de la Universidad Autónoma de Chiriquí, haciendo referencia al compromiso que tiene la sociedad para ayudar a preservar la biodiversidad.
Y es que los más grandes peligros que acechan a esta rana provienen de la mano del hombre. El cambio climático, la contaminación de las aguas superficiales (ríos y lagos) y la deforestación, son algunos claros ejemplos.
Esta disminución de la calidad del ecosistema afecta a toda la biodiversidad, incluyendo al ser humano. “Por ejemplo, hay una secuencia de eventos que, para resumir empezaremos con los anfibios. Estos son presa de serpientes, hay aves que se alimentan de las serpientes, y las aves son de los mejores dispersores de semillas de los árboles del bosque primario y contribuyen a su regeneración y colonización de nuevas zonas. Si alteramos este sistema sacando una de esas especies, alteramos el equilibrio de todo, al final esa interrupción en el funcionamiento natural del bosque, disminuiría la producción de oxígeno y retención de agua, recursos vitales para la vida de los seres humanos, sin mencionar la captura del dióxido de carbono”, explica Batista.
Ante esta situación se debe ser consciente que no es un tema a futuro sino un problema actual. Otras especies ya han sucumbido ante la falta de acciones para proteger el ambiente. En el año 2020, la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) reconoció la desaparición del planeta de dos especies de anfibios panameños (endémicas): la rana arlequín de Chiriquí (Atelopus chiriquiensis); y la rana venenosa espléndida (Oophaga speciosa), por solo mencionar dos ejemplos.
Para proteger a esta rana no hace falta adentrarse a la selva y caminar largos trechos hasta su hábitat, con detalles en el diario vivir como reciclar, reforestar, regular el uso energético o no tirar basura en cualquier lugar, se puede hacer la diferencia a largo plazo. “Pero, además, si tenemos los recursos podríamos apoyar a organizaciones no gubernamentales como la Asociación Adopta un bosque, que se dedica a proteger los bosques de Panamá, o apoyando proyectos de investigación en las universidades y/o centros de investigación nacionales como la Unachi, el Indicasat, el Instituto Gorgas, la Fundación Los Naturalistas, Yaguará, Panamá, Naturaleza y Ciencia 507, UTP, UP, entre otras”, agrega Batista.
Sobre los caminos que le quedan a los especialistas para seguir descubriendo un poco más sobre la Pristimantis gretathunbergae, Batista comenta que “por ahora queda conseguir fondos para estudiar sus poblaciones, conocer su estado actual, proteger los bosques nublados de Panamá, hacer educación en las comunidades donde habita, entre muchos otros”.
A pesar del panorama, especialistas como Abel Batista se mantienen positivos, confiando que poco a poco, aportando “nuestro granito de arena”, el futuro pueda ser prometedor y el ecosistema mantenga su balance, para que ninguna especie desaparezca.