Will Smith, el bóxer abandonado, visibiliza la explotación de los perros de raza en Panamá

Fuente: Panamá América

Will Smith, como ha sido bautizado por sus rescatistas, vagaba por las cunetas de Remedios, en La Peña (Veraguas) en busca de comida. El pedigrí de su raza no le evitó el cruel destino.

La rescatista independiente Juliette Chang explica que  Will es un bóxer puro de entre nueve a 10 años, a quien al parecer botaron porque ya no servía para  producir crías.

«Es una muestra perfecta de que ni los perros de raza se salvan. Él tiene su pene afuera. Imagínense las cantidades de veces que fue cruzado. Su hemoglobina está en 6», dijo Chang a Panamá América.

A pesar de tener mutiladas las orejas y el rabo, Will ha tenido una buena acogida por parte de los otros canes del refugio de Juliette. El perro necesita un intenso tratamiento veterinario para recuperarse, además de comida. Si desea ayudar a Will, puede escribir a la cuenta de Instagram @changpuppies (Carolina Chang).

«Las esperanzas son muy buenas. A él solo hay que darle calidad de vida y ojalá consiga un hogar, porque como es adulto, es más difícil. Esperamos que engorde y sea esterilizado. Cuando engorde, esperamos que su pene vuelva a su posición», agregó.

Este no es el primer caso de un bóxer puro abandonado. Meses atrás, Chang rescató a Malibú, a quien botaron por el matadero  de Soná, un lugar solitario y sin casas cerca.

Malibú es sordo y para alimentarse tuvo que comer desperdicios, lo que le ocasionó problemas estomacales. Tiene entre dos o tres años.

«Ya él tiene un hogar, en el que lo aman y tratan como a un rey», expone Chang.

Aboga por la reglamentación
Chang recalca que cuando los perros se crían con el fin de obtener una ganancia económica, lo que menos les importa a los vendedores es el bienestar del can. Ha rescatado también  chihuahuas, huskies y muchísimos pitbulls.

Considera que el gobierno debería regular la venta de perros, porque igualmente son usados para peleas clandestinas.

«Las personas venden a los perros sin un control. Si yo tengo la cantidad de dinero que piden, el perro es mío. Al que vende no le interesa saber a dónde va a parar ese perro y lastimosamente terminan en las calles, en condiciones deplorables, rescatados por fundaciones. A los rescatistas  nos cuesta mucho volverlos a rehabilitar», subrayó Chang.

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