Cambio climático y contaminación plástica: un ciclo peligroso
Fuente: La Prensa
El océano, sus ecosistemas y especies son aspectos constantes de investigación sobre la contaminación, así como el cambio climático, pero un punto que pasa desapercibido es el efecto de estos dos problemas ambientales juntos.
La situación fue planteada en un estudio elaborado por Zoological Society London (ZSL) y la Universidad de Bangor, en Reino Unido, donde revelan vínculos fundamentales entre la crisis climática global y la contaminación plástica, incluido el clima extremo que empeora la distribución de microplásticos en áreas remotas.
La investigación publicada en Science of the Total Environment,por unequipo interdisciplinario de científicos, ha recopilado por primera vez evidencia de que los problemas globales de la contaminación plástica marina y el cambio climático se exacerban entre sí, creando un ciclo peligroso e instan a los gobiernos y a los responsable políticos a abordar los dos problemas al mismo tiempo.
Las tres formas que encontraron los investigadores es que la crisis climática y la contaminación plástica están conectadas, siendo la primera la forma en que el plástico contribuye a los gases de efecto invernadero globales a lo largo de su ciclo de vida, desde la producción hasta la eliminación. El segundo demuestra cómo el clima extremo, como las inundaciones y los tifones asociados con el cambio climático, dispersarán y empeorarán la contaminación plástica. A raíz de que la contaminación plástica y los efectos del cambio climático son problemas importantes para los océanos, mares y ríos, el tercer punto examina las especies marinas y los ecosistemas que son particularmente vulnerables a ambos.
Heather Koldewey, coautora del trabajo, en su artículo plantea que la contaminación plástica también está provocando un impacto global; desde la cima del Monte Everest hasta las partes más profundas de nuestro océano. Ambos están teniendo un efecto perjudicial sobre la biodiversidad oceánica; con el cambio climático que calienta las temperaturas de los océanos y blanquea los arrecifes de coral, hasta el plástico dañando los hábitats y causando muertes entre las especies marinas.
Además, manifiesta que el impacto agravado de ambas crisis simplemente exacerba el problema. No se trata de debatir qué tema es más importante, es reconocer que las dos crisis están interconectadas y requieren soluciones conjuntas, dijo.
Impacto del plástico en el país
Panamá no está excluido de esta situación. Las estadísticas del último informe publicado en el 2019 por el Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente evidencian que cada año se descargan al mar 102 mil 229 toneladas de basura, es decir, en promedio 280 toneladas por día que contribuyen a los gases de efecto invernadero.
Un estimado del 40% de la basura que se produce a diario en la ciudad capital, que suma 700 toneladas, va a parar a los océanos del país. La mayoría de esas toneladas corresponde a plástico, un elemento que tarda unos 400 años en degradarse.
Lo anterior es respaldado por un estudio de caracterización de basura realizado por la organización Marea Verde, luego de captar toneladas de basura en el BoB o barrera flotante ubicada hasta julio de 2020 en el río Matías Hernández.
El reporte de Marea Verde muestra que 22.2% de lo encontrado fue botellas plásticas, 21%foam, 6-9% acrilonitrilo butadieno estireno, 6.4% textiles, entre otros desechos. El BoB evitó en poco más de un año, que 95 toneladas de basura terminaran en el océano (ver gráfico).
La barrera BoB fue removida del río Matías Hernández e instalada en el río Juan Díaz y es parte de un proyecto internacional de tres años que comprende tres componentes: la instalación de un dispositivo que recoja de manera constante y automática los desechos que bajan por el río; la investigación y generación de data relacionada con la basura y la cuenca; y el trabajo con las comunidades de la cuenca.
En las costas de las playas de varios puntos de la ciudad de Panamá se pueden observar residuos por doquier, lo principal son envases de plástico, foam, entre otros. La realidad es que en la ciudad capital un porcentaje muy bajo de los desechos -de menos de 5%- es reciclado y con la pandemia disminuyó más, de acuerdo con estimaciones del Municipio de Panamá y la Autoridad de Aseo Urbano y Domiciliario.
En ese sentido, Marea Verde junto a organizaciones ambientales como Fundación Natura, Junta Comunal de Don Bosco, la Autoridad Marítima de Panamá, entre otras entidades han estado realizando recorridos por varios puntos del río Tapia y Juan Díaz para ilustrar las afectaciones al ambiente por los desechos.
Y es que cada uno de los desechos que llegan a los océanos tienen diferentes impactos en las especies marinas.
El estudio científico indica que la contaminación plástica está teniendo un impacto devastador en la biodiversidad marina, desde animales que ingieren bolsas de plástico por error hasta hábitats enteros contaminados con microplásticos. Procedente principalmente de combustibles fósiles, y con la demanda global en aumento, se estima que la producción de plástico ha emitido más de 56 mil millones de toneladas de dióxido de carbono en gases de efecto invernadero entre 2015 y 2020
En ese sentido, Arturo Dominici, director de la escuela de Recursos Marinos y Ambientales de la Facultad de Ciencias de Mar de la Universidad Marítima Internacional de Panamá, explica que una red fantasma atrapa tortugas marinas, pero el plástico se va degradando y fijando en los organismos marinos afectando su metabolismo.
Mientras, la basura impacta a los ecosistemas costeros en general y en el caso de los manglares se ubica en las zonas donde se producen propágulos (parte de una planta capaz de originar vegetativamente otro individuo) afectando que puedan mantenerse en los sitios que son adecuados para ellos, pegarse al sustrato y crecer, detalla Dominici.
Eliminación de plástico
Con el fin de eliminar el plástico de un solo uso, Panamá creó la Ley No. 187 de diciembre de 2020 que tiene como finalidad promover e incentivar de manera transversal el desarrollo sostenible reduciendo y reemplazando progresivamente la utilización de productos plásticos de un solo uso por alternativas de menor impacto negativo sobre el ambiente y la salud.
En ese sentido, el pasado 1 de julio, empezó a regir con los productos de un solo uso, es decir, aquellos que están hechos total o parcialmente de plástico, concebidos, diseñados o puestos en el mercado para usar una sola vez —como son los hisopos de oídos, cobertores de plástico para la ropa de lavandería, palitos plásticos para caramelos, varillas plásticas para sostener globos, entre otros— no se podrán vender.
La ley establece para julio de 2022, la prohibición del uso y la comercialización de empaques plásticos para huevos, revolvedores plásticos y platos plásticos desechables; mientras que a partir del 31 de diciembre de 2023 se eliminará el uso y comercialización de carrizos de plástico.
Ambientalistas como Tania Arosemena, gerente de Incidencia Política de la Fundación MarViva, planean que la Ley No. 187, junto con la Ley No. 1 de enero de 2018 sobre las bolsas reutilizables, son pasos importantes para generar cambios de consumo y la reducción de los plásticos de un solo solo uso. Sin embargo, para su implementación se requiere de un esfuerzo en conjunto del sector público, privado y la población en general.
Arosemena está convencida de que si se continúa actuando como si los océanos fueran vertederos de desechos, poco quedará de su riqueza natural, de su capacidad de oxigenarnos, alimentarnos, en mitigar el cambio climático y en proveernos de recreación.