Península Antártica: el cambio climático no es la única amenaza

Foto: Internet. La Península Antártica está en peligro. Aumenta la pesca, crece el turismo, y la tierra se cubre de construcciones. Todas estas actividades no son reguladas adecuadamente y ponen en peligro a los mamíferos y las aves de este ecosistema.

Revista Meteored/Tiempo.com

Entre los glaciares y el hielo azotados por el intenso viento antártico hay un oasis de vida. Ballenas, peces, calamares y focas nadan junto a las ruidosas colonias de pingüinos y aves marinas en una compleja red de vida. Pero en la Península Antártica la mayoría de los glaciares están retrocediendo y el hielo marino disminuye. Si las emisiones de carbono siguen aumentando, dentro de 50 años el área cubierta por hielo marino se habrá reducido a la mitad, y el volumen de las plataformas de hielo será el 25% del actual. El ecosistema se tambalea.

Pero el cambio climático no es el único factor que pone en riesgo la biodiversidad de la Península Antártica. El aumento de la actividad humana y la construcción, la pesca y el turismo también atentan contra la naturaleza en esa parte del globo. Es necesario tomar medidas preventivas urgentes y regular estas actividades, tanto en tierra como en mar, para poder conservar los valiosos recursos antárticos.

La Pesca

La pesca intensa está agotando la principal fuente de alimento de muchas especies, el krill. Las aguas alrededor de la península albergan el 70% del krill antártico del mundo, cuyas larvas se refugian en el hielo marino. Su pérdida significa hambre para muchas especies.

Según los datos publicados en la revista Nature, en 2019 se capturaron casi 400.000 toneladas de krill antártico, la tercera captura más grande de la historia, un volumen no visto desde la década de 1980, y gran parte fue para satisfacer la creciente demanda de suplementos dietéticos omega-3 y harina de pescado. Más del 90% fue obtenido alrededor de la Península Antártica. La captura de krill allí se triplicó desde el 2000, de 88.800 a 289.500 toneladas en 2018.

A medida que el hielo marino desaparece de las aguas del norte de la Península, el krill se mueve hacia el sur, atrayendo más embarcaciones a las zonas de alimentación de pingüinos y mamíferos marinos. La pesca cerca de colonias de pingüinos reproductores obstaculiza su éxito reproductivo y de alimentación. Algo similar ocurre con las ballenas, que ven reducido el alimento en su zona de reproducción.

Turismo

El número de turistas se duplicó en la última década: más de 74.000 personas visitaron la Península Antártica el año pasado. Algunos sitios populares reciben alrededor de 20.000 visitantes por temporada. A diferencia del resto de la Antártida, donde un tercio de la tierra permanece sin visitar, la península no tiene grandes áreas que no hayan sido tocadas por humanos.

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Más de 74.000 personas visitaron la Península Antártica el año pasado

Los barcos que transportan a los turistas contaminan el océano con microplásticos, aceites y ruido de los motores. Entre 1981 y 2011, al menos 19 buques encallaron en aguas antárticas y vertieron petróleo en el mar. Los barcos también introducen especies invasoras, como mejillones, estrellas de mar depredadoras y algas sofocantes, que pueden competir con especies nativas o depredarlas.

Infraestructura

Dieciocho países tienen instalaciones científicas en la península, es decir que posee la mayor concentración de estaciones de investigación en el continente. Los edificios y la infraestructura desplazan la vida silvestre y la vegetación. El ruido de las aeronaves perturba a los pingüinos, otras aves marinas y focas que se congregan en la península para reproducirse.

Asociadas con estas actividades humanas, la tierra y las costas cercanas a las estaciones de investigación están contaminadas por hidrocarburos, metales, retardadores de fuego y contaminación microbiana de las aguas residuales. La huella del ser humano en este continente es enorme y crece año a año sin leyes o proyectos consistentes que la regule.

Área Marina Protegida

La Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA), un grupo de gobiernos que administran colectivamente los recursos del Océano Austral, estará discutiendo esta semana un proyecto para convertir la Península Antártica en un área marina protegida. La propuesta es liderada por Argentina y Chile, países que la impulsaron en 2018.

De aprobarse, sería la tercera área marina protegida antártica. La primera se encuentra al norte de las Islas Orcadas del Sur (2009), y otra en el Mar de Ross (2016), una bahía profunda entre la Antártida Occidental y Oriental.

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